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Las frías noches de este puerto impredecible me remontan a viejos recuerdos, distante de mi, casi solitario son susurros de difusas horas las que me hacen vivir siempre interrogado por el desasosiego del bien y del mal.

Escribiendo ilegibles versos, balbuceando palabras, siempre repetitivo voy siguiendo los cursos de la luna, empapado de la lejana belleza de la vida.

Desde aquella solitaria infancia es que mi corazón ha deambulado por el noctámbulo sentimiento de hacerse parte de la tierra, de ser fruto fecundo, de muchas veces pretender ser desgarrador firmamento.

He querido buscar mi destino, me he ocultado en repetitivas reencarnaciones, en olvidados palacios que han conservado el olor del tiempo, de las fastuosas fiestas, de la imperecedera riqueza de nuestros desiertos.

Pareciera haberme hecho llanto, haber cargado con un interminable sequito mis esperanzas.

Poemas, pinturas, amores verdaderos y pasajeros, mi eterna lujuria, mi temperamento de odios y rencores, todo se ha quebrado con tu hermoso saludo, con tu sonriente palabra.

Aun aferrado a las copas, aun aferrado a los abrazos de auténticos amigos, en el caos y la armonía aun en todo mí ser, en toda la palabra mundo, tu figura se mantiene nítida, inquebrantable.

El sonido de la lluvia me dice que has aparecido para cerrar las heridas, mi destino a grabado mi deber de cambiar el mundo de sembrar las colinas con flores, quiero tomar tu mano y hacerlo por ti.

Llevarte a recorrer todos los mares adentrarse en los secretos bosques en dominios de ninfas y alelíes,
Llevarte a olvidadas catacumbas en donde aun se esconden incontables profecías.

Deseo transformar tu abrazo fraterno en la pasión que llene las noches, de la vida que abrigue las sabanas con la fuerza que ignore el pasado.

Eres el ave revoloteando,
Madre,
Niña,
Incontrolable en mi mente y mí deseo
Camino sonriendo de nuevo.

Aunque muchas veces insisto en negarme
La vida se manifiesta constante,
Solo por que tu existencia lo dice,
Solo por que quiero que tú me lo digas.